lunes, 27 de julio de 2009

Cinco Minutos...





Como cada mañana, he despertado antes que mi reloj me avise que es hora de trabajar. Cinco minutos para convencerme que es necesario levantarme y comenzar el día. Preciosos instantes para animar al cuerpo a salir de las profundidades del sueño, ya que en sólo míseros cinco minutos, apenas suene esa malvada alarma, tengo el tiempo justo para la ducha, el desayuno y la carrera a tomar el bus.


Si me rebelara ante el sonido de mi despertador... gran dilema... no sé cuantas veces lo he pensado camino al trabajo. Sería como una protesta pacífica, traducida en un suave movimiento de mantas, cómplices de mi huida hacia el sueño nuevamente. Pero, la realidad me dice que si no trabajo, ese par de libros pendientes de compra y la cuenta del internet van a tener que esperar un buen rato. Es una crueldad, hasta mis pasatiempos pendientes de una paga mensual. Ah y claro... tengo que comer y los víveres se compran con dinero, otro detalle para los pro al trabajo.


¿Será posible que alguna vez uno de mis fantásticos sueños se haga realidad? como aquel que me mantuvo feliz toda una semana. Despertaba en una enorme casa y todas las paredes eran repisas con libros, más un grandioso computador que jamás se descomponía y que decir de un closet que hasta Donatella Versace envidiaría. Fui feliz imaginando los títulos de los libros, toda la música almacenada en esa laptop maravillosa y... ay... ese vestido azul que me hacía parecer una actriz de cine, camino a la premiación de los Oscar. Iba tan bien hasta que la cochina realidad me dijo que tenía que lavar toda mi ropa o andaría impresentable, así que tuve que dejar la ensoñación y usar un buen suavizante para las blusas y sacar unas cuantas manchas de mi chaqueta favorita.


¿Acaso mi reloj se ha descompuesto? ya han pasado, creo, más de cinco minutos y jamás me he equivocado en el conteo. Bueno casi nunca me he equivocado, salvo cuando soñé que tenía que ir al trabajo y eran las 4 am. Ah, también cuando se fue la electricidad y olvidé ponerle baterías para caso de emergencia. Pero esto es raro, a ver... una vuelta hacia el otro lado de la cama y enfrentar a mi verdugo matutino. Sería muy estúpido que sonara en mi cara y terminara pegada al techo por el ensordecedor ruido de aquel aparatejo, pero no saldré de la duda si me quedo en esta posición y probablemente estaría demasiado atrasada para mi rutina laboral.


Uno, dos y ... veamos. Ay Dios, no son dos veces las que me he equivocado, hoy es la tercera... y, como diría mi abuelita, es de valientes asumir los errores, aunque sean como este. Que patético, es ¡Domingo!


Usaré las mantas para reingresar al mundo de los sueños y como apoyo para cubrir mi vergüenza. Yo quejándome de falta de descanso y lo hacía justo en mi día libre. Dejaré la cháchara antes de que el sol se haga presente, así que...


¡Buenas Noches!

...

Historia escrita en medio del insomnio. Aunque ya la había subido a mi blog, no está demás dejarla en esta segunda estrella a la derecha.
Saludos desde mi Viña del Mar...

1 comentarios:

Angy Malfoy | 7 de agosto de 2009, 22:55

jajaja, si que sucede y es terrible, una vez estaba en casa leyendo un libro, el dia estaba tremendamente frio, asi que me recoste en el sillon con una cobija de mi hermanito, de pronto me quede dormida, no se quien como cuando ni porque, de pronto me desperte y solo estaba prendida la luz de la sala, se suponia que entraba a las 7 de la mañana a la escuela, por ende estaba oscuro, pense que ya habia se me hacia tarde y nadie me habia despertado, asi que me levante y me puse el uniforme de la escuela, tome cafe y agarre mis cosas, ya hiba de salida cuando mi hermana se acerco a mi y me llevo frente al reloj del librero.... eran las 8:30 de la noche.... mi hermana le conto a todo quien pudo.... y todos se rieron de mi..... moraleja, consulta tu reloj cuando sea necesario, podrias perderte de la continuacion de un bello sueño sin necesidad...