viernes, 28 de noviembre de 2008

El cuento que no fue. Parte II



Aún no sé que me hizo sentirme atraído a tí, ningún libro ha podido explicármelo. Recurrí a filósofos, sicólogos y sociólogos para tratar de comprenderlo, pero me parecía que sus postulados no se te aplicaban completamente... eras una mezcla extraña y complicada; tan especial y diferente que me fue imposible clasificarte, por más que lo intenté, mis esfuerzos fueron en vano....

La primera vez que mis ojos se posaron en tu figura no vi nada especial. Sólo una mujer sencilla, ni extraordinariamente bella, ni lastimosamente desagraciada. Sólo normal. Sin embargo, bastó una conversación y recibir una sonrisa tuya para creer, como diría mi querido Friedrich, que de todos los animales, era el que me había extraviado de la manera más hermosa.

Sin saberlo, sin proponértelo, te convertiste en mi última esperanza.... hace años había pasado de un idealismo extremo a un existencialismo suicida, y tu presencia en mi precario mundo se transformó en mi norte. Siendo años mayor que tú, habiéndo leído millones de páginas más que tú, te consideraba un igual... pues sólo con una palabra honesta podías derrumbar cualquier teoría o estructura lógica. Tu instinto racional era mejor que cualquier otro. Que cualquier hipótesis científica. Podía conversar contigo por horas y nunca dejar de sorprenderme... por mucho tiempo viví en el invierno, y finalmente, algo de primavera había llegado a mi corazón.

Pero mi paraíso no duró lo suficiente, déjándome un terrible sabor amargo en los labios... ¡Cómo llegué a pensar que tus encantos iban sólo dirigidos a mí! ¡Qué iluso fue de mi parte! tarde noté que te comportabas conmigo tal como lo hacias con el resto, en un derroche de energías en gente insulsa, sin valor. Gente básica, en el sentido más amplio de la palabra, tratándo de camuflarte entre ellos para pasar desapercibida. ¿por qué te querías tan poco? ¿por qué te desgastabas como una muñeca de algodón?

Me enrabié contigo. ¿Cómo podías ser tan inocente con lo que te rodeaba? pero por sobretodo ¿Cómo te atrevías a tratarme como el resto?

A tu lado me había sentido especial, por primera vez en mucho tiempo, para luego percatarme que tan sólo era uno más... Tu amabilidad con el mundo me repugnaba. Tu condescendencia con el hombre me irritaba.

Ofuscado con mi descubrimiento, traté de herirte... oh si, bajarte de aquella nube en la cual vivías, y en cierta medida, logré mi cometido. A través de una extensa carta derroché todos los pensamientos negativos que estaban dedicados a tí en mi cabeza. Te analicé como nunca analicé a nadie, y te descompuse en párrafos, escudriñándo tu alma en las voces de mis queridos libros, mis preciados poetas muertos, mis brillantes filósofos depresivos.

¡Qué idiota fui! Cuando creí regocijarme en mi venganza, cuando creí que romper tu burbuja traería paz a mi alma, jamás sopesé que al verte nuevamente, con el brillo de tus ojos desvanecido y tu sonrisa apagada, me dolería más que la falta de atención de la que me hacías victima.

Tus inherentes buenos modales no te permitían despreciarme abiertamente, sin embargo, supe que con esa maniobra te había perdido, probablemente, para siempre.

¿Cómo recuperarte? ¿Cómo repararte?

Cuando dejaste de soñar despierta, supe que necesitaba afirmarme de tus sueños para seguir vivo... porque era cierto lo que me dijiste alguna vez.
No hay filósofo feliz.

Continuará...

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Historia y foto mia propia de mi.
Besos cósmicos y lamento los desvaríos.

Mad

1 comentarios:

Lady E | 29 de noviembre de 2008, 8:15

Y ahora todo comienza a cobrar sentido...
Maldiiito tipo envidioso que rompió la burbuja.. que feo! xD
Eso si, estoy en descauerdo contigo...
Platón me parece un filósofo feliz =)

Besos!
Ember