martes, 29 de julio de 2008

Hoja perenne. Rebelde con causa.(v.3)


-¿En qué piensas?...vamos no me mires con esa cara, llevas más de media hora con la misma taza de té viendo por la ventana.

-Yo...la miraba, Martín- le dije en susurro, no hacía falta gritarle teniéndolo en el balcón de al lado.

-De eso me he dado cuenta solo, la pregunta es ¿en qué piensas cuando la vez?- haciendo desplante de su mejor carga de sarcasmo, mi mejor amigo y vecino, parapetado casi con un pasamontañas por el frío del invierno, me sonríe con su mueca patentada de "¿no soy perfecto?...ven dame tu número de teléfono".

-En que no sé cómo lo hace...ha estado allí casi dos meses y nada que afloja, ya llega agosto y creo que incluso la veo más verde...-respondo en arranque molestia y aleteo olvidándome que tenía una taza de té en las manos...ya se imaginarán que pasó...me bañe en té negro, Martín estalló en carcajadas, yo me emputesí y entré en mi pequeño refugio de paredes amarillas y lo dejé muriendo de frío solo.

Me fui a mi habitación y saqué ropa limpia a tirones de lo que podría llamarse un closet pero, con tanta ropa dentro tirada de cualquier forma...yo dudaría antes de llamarlo así. No alcanzaba a ponerme un suéter limpio cuando...

-No entiendo como una simple hoja te puede poner como una idiota...perdón- hay estaba Martín, parado en la puerta de mi habitación con su porte de modelo de Calvin Klain, riéndose de mis desdichas sin pudor alguno por verme en menudas fachas...maldito arrogante.- sigue cambiándote tranquila...

-Date la vuelta y...no te he dicho que no pases por el balcón, uno de estos días te matas- mientras yo seguía con lo mío lo veía por el espejo remedando mis palabras con gestos de su boca y manos- y ¡te quieres dar vuelta por Dios!

-No estoy viendo nada que no viera antes, desde cuando tan pudorosa...¿te operaste las te...?-no alcanzó a terminar, lo callé gentilmente con mi almohada...bueno, no tan gentil.

-Martín...solo...huy...¡que más da!- lo miré con rabia pero no deje de cambiarme de ropa, con él no se podía razonar, en los seis años de amistad forzada con la que cumplía condena me habían enseñado eso... a Martín Lira no se le discute, malgastas aire, esfuerzo y saliva.

-Solo creo que le das muchas vueltas a lo de la bendita hoja, deben existir muchas como esa...¿no se cual es tu obsesión?- gritaba porque ya estaba en mi cocina haciéndose un café y vaciando mi refrigerador.

Salí a la sala con la intención de reclamarle por sus palabras pero me quedé de una pieza en la mitad del pasillo, epifanía inoportuna, caminé cual zombie al sofá y me desparramé en el.

-¿Y, qué te dio ahora Amelia?- parado en el marco de la cocina me mira con su taza de café en una mano y un abultado emparedado en la otra.

-No tengo idea.

Listo, lo dije, lo solté de una vez y me sentí bien de hacerlo, por la cara de mi querido amigo, no entendió nada...pero para mi todo era cristalino: No tenía idea.

-Explícate y trata de ser clara, aun no me leo entero tu manual -se sentó a mi lado y le robé su café (ahora mío) y la mitad de su emparedado- odio que hagas eso...

-Lo sé...yo si leí tu manual, bastante simple, debo añadir- le comenté mientras en un acto de completa madures le saqué la lengua, como hacemos los adultos.- ¿lo que no me explico es cómo tus novias aun no te sacan el dibujo?

-Te desvías...y no son novias, son...amigas- me cortó algo incómodo, como cada vez que le sacaba en cara su promiscuidad, es que mi amigo era un libidinoso de primera.- retoma el punto de "no tengo idea" y explícate...tu siempre tienes idea de casi todo...

-Esta vez... nop -me tome un largo trago de café y me recliné en el sofá antes de apoyarme en su hombro- me declaro incompetente, no se porqué me afecta la maldita hoja, solo sé que necesito verla pegada a esa rama...es como un "si ella aguanta, yo también"...no sé Martín..¿crisis de los 25?...soy un lío y no tengo idea de nada.

-Casi nada...en realidad, sabes que no sabes nada...y eso es mucho- me sonrió antes de tomarse el cabello y atarlo en la nuca- creo que esta noche me quedo contigo y resolvemos tu ignorancia.

-Ya...¿de quién te quieres escapar?- lo interrogué mientras me incorporaba y lo veía derechito a los ojos, el maldito par de ojos pardos que tenía- tu sólo te ofreces a quedarte cuando estás arrancando de alguien...¿quién es?...¿la morena de la semana pasada?...como se llamaba...¿Claudia?

-No arranco de nadie- ofendido se levantó del sofá y fue a la cocina, seguramente por mas café- ¿no puedo preocuparme por mi querida Amelia?

-Eh...nop- le grité.

-Ok, se llama Marcela y es rubia...y no entiende que fue cosa de una noche...

-¿Y qué mujer si?- le encaré su falta de seriedad con las mujeres con mi bruta sinceridad-No te conozco más amigas que yo...ni siquiera te he conocido novia por un mes...

-Volviendo a tu hoja...-entendí en su tono cansado que mejor no seguía por ese tema y le dejaba en paz.

-Claro, volviendo al asunto de mi hoja rebelde...

-¿Rebelde?

-Si, rebelde con causa...

-Será una larga noche. Seguro.- se parapeta con la manta que tengo en el sofá y deja caer su cabeza en mis piernas, lo miró y le sonrío, no es difícil ser amiga de Martín, siempre y cuando se recuerde que es una mierda como hombre.

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Me dio por escribir, ¿qué raro, no?

Arrayán.

1 comentarios:

Mad Aristocrat | 30 de julio de 2008, 9:02

Yo tampoco entiendo a la hoja. Es decir, aguanta rebelde pero solita, ¿Por qué se sostiene cuando el resto ha caido? ¿Espera llegar a la primavera para tener otras hojas con quien compartir o solo está demostrando un punto?

ps: Me agrada Martín. Quiero un amigo así.