miércoles, 7 de mayo de 2008

Despedidas en Fin de Mundo



Cuando me han preguntado que es lo primero que recuerdo de mi vida, sé que es el sol saliendo tras las montañas de mi Fin de Mundo, la casa de mi abuela materna, donde pase mis primeros años, quedaba en la punta de un cerro, literalmente, y de la ventana de la cocina podías ver el valle entero, la cordillera y sus volcanes, pasaba horas mirando por esa ventana, como no, era la cosa mas bella que hubiese visto jamás…aunque si lo pensamos fríamente, a esa edad no había visto mucho, sea como fuera siempre acuné la idea de que el cielo del que me hablaba mi abuela y a donde iría si me comía todos los porotos del almuerzo, debía ser más o menos parecido a la imagen tras la ventana.

El tiempo pasa rápido para los que tenemos el alma ligera y la mente soñadora, fui acumulando años y un amor poco usual a la tierra que pisaba, al verde en mil tonos diferentes, al blanco majestuoso de los volcanes en abril, cuando caían las primeras nieves del año, los valles y ríos que recorríamos con mi abuelo, el meditaba y hablaba con Dios…yo solo me maravillaba de este mundo, mi Tata me dijo que maravillarme de este mundo era saberse humilde y poca cosa mientras das gracias a Dios, le creo aun hoy que ya no está conmigo.

Fin de Mundo es de una belleza desgarradora, una belleza que duele y que te invita a soñarla despierto, aquí puedes creer que si estiras lo suficiente tus brazos hacia el cielo en las noches quizá alcances alguna estrella y la guardes bajo tu cama, aquí caminas bajo la lluvia porque sientes que creces con cada gota que revienta en tu cara, hueles la tierra mojada como si fuera el perfume más delicioso y le sonríes a las nubes negras porque de alguna forma sabes que esa noche habrá truenos y relámpagos y terminarás en la cama de tus padres tapada hasta las narices con las fresadas de lana de oveja, que tejió tu tatarabuela…en Fin de Mundo olvidas quien eres porque eres parte de todo.

Mientras vivía en Fin de Mundo, he pasado por dos erupciones memorables, la primera vez fue en Navidad, mamá dijo que nos habían regalado un cráter nuevo, yo pensaba que a quien le podía servir un cráter…, fuimos a ver al causante de los temblores mas pavorosos que pueda recordar, fuimos tarde con unos amigos de mis papas, mis abuelos y mis hermanos, como si se tratara de un espectáculo cualquiera, llevábamos de todo para comer y tomar, excepto azúcar…así que tome café con leche y manjar, sentada sobre el techo del auto mientras el cráter que nos habían regalado por navidad vomitaba todo el fuego que guardaba dentro, se escuchaba el murmullo de la conversación de “los grandes”, pero no le prestaba real atención, estaba encantada con ese monstruo negro que estaba tan enojado que escupía fuego como un dragón, el cielo estaba lleno de estrellas y yo me sentía pequeñita e insignificante y no le tuve mas miedo al dragón…¿que dragón tan poderoso se fijaría en alguien tan pequeño e insignificante?, Tata me bajo del techo del auto, me tomó en sus brazos y me preguntó si tenía miedo, respondí sonriente que no, me miro con sus enormes ojos café y me dijo que el sí…lógico, el nunca fue pequeño e insignificante, el era domador de dragones, había subido todos los volcanes de este país y los de su lejana tierra en Slovenia…dragones mas enojados que este, y los conquistó solo con una ramita de árbol por bastón, recuerdo que antes de dejarme sobre las rocas negras que hacen la alfombra de los volcanes me comentó, o quizás al viento, que Natura siempre se cobra…no lo entendí, no sabía quien era Natura ni que era lo que le debíamos. Pasaron casi seis años hasta que con mi papá hicimos cumbre en el volcán Lonquimay, sentada en la cima con un cigarro en las manos a mis cortos quince años, observé con escalofríos el cráter que nos regalaron por navidad tiempo atrás, me alegré pensando que no era esa boca enorme donde estaba en ese momento la que hubiese explotado aquella vez y me pareció que después de todo ese cráter no tan grande, había sido un buen regalo de navidad.

El primer día de este año, fuimos al campo con mi familia, Papá preparó un asado al palo y yo me dedique a mirar a Fin de Mundo a la lejanía y a deleitarme en mi insignificancia con una cerveza en la mano, Mamá se reía con mis hermanos y mi novio de alguna tontera mientras mi papá pregonaba a quien le quisiera oír cuales eran las bases de un buen asado de chivo, yo solo sonreía, no podía pedir una mejor forma de comenzar el año…pero Natura pensó algo diferente. Habíamos vuelto a casa porque debíamos estar en Temuco esa misma tarde, ya saben…trabajo y esas minucias, sonó el teléfono y conteste con desgano, sería alguno de los amigos de mis papás que estarían armando fiesta y de paso me enrostrarían que en Fin de Mundo el tiempo pasa de manera diferente y el trabajo sí es una minucia, como fuera había que contestar, era mi nana adorada que nos llamaba desde la reserva mapuche donde vive, me dijo emocionada “Maquito, ¡el volcán ha hecho erupción!”…yo le respondí lo primero que vino a mi mente, “¿Cuál?”, no me reprochen…acá tenemos tres, me respondió que el Llaima. A las cuatro de la tarde aproximadamente, el dragón mas inquieto y perverso se hizo presente, desde pequeña aprendí, gracias a mi Tata y mi Papá que en caso que el gran Llaima le diera por bailar cueca, en Fin de Mundo estábamos a salvo, porque la misma Natura nos había protegido con quebradas y ríos, que del lado norte del volcán no habría problema, “¿y del lado sur?”, pregunté en tono preocupado a los grandes que discutían como sabios de algún consejo en la mesa luego del almuerzo, Tata miró a Papá, dándole el pase gol y Papá me miro con sus hermosos ojos verde, sonrió y dando un apurado trago a su vaso me dice “en ese caso, solo podemos rezar por la gente que esté al sur”…sólo rezar, seguro que podíamos hacer otra cosa, osea, no es que no crea en el poder de la oración, pero algo podría hacerse ¿no?, lamentablemente hoy soy consiente de que la insignificancia que sentí de pequeña ,es aun mas intensa cuando entiendes quien es la ya mencionada Natura.

Desperté con el rumor del televisor y los comentarios de mis hermanos, en el sur había despertado otro dragón y la situación era muy seria, corrí a ver las imágenes con la misma curiosidad y entusiasmo de la niña sentada sobre el techo del auto hace muchos años atrás, que poderosa y magnánima es doña Natura, sonreía como boba ante la columna de humo interminable que aparecía una y otra vez en las noticias, que impresionante era ver otra vez esa rabia desatada…mis hermanos me reprendieron al segundo, “No puedes sonreír así, esa gente lo perderá todo”, yo pensaba “uno nada tiene de todas formas”, “Deberán ser evacuados y no volver a ese lugar” soltó mi hermano mas grande cuando vio que mi sonrisa de niña embobada no cambiaba, pensé “deberán abandonar su Fin de Mundo”, mi cara se transformó y sentí un dolor tan punzante en el pecho que me fui a mi pieza a llorar, deben abandonar su Fin de Mundo, su pedazo de cielo en la tierra porque el dragón así lo quiere, porque Natura así lo decidió…Tata me lo había dicho, él, un gran domador de dragones tenia miedo de Natura, porque Natura nos puede arrebatar lo que más queremos sin remordimientos, no podemos odiarla, no podemos demandarla, no podemos contra ella…, esa noche vi los rostros de ancianos llorando mientras los sacaban definitivamente de su hogar, vi en sus ojos ese amor que se refleja en los que disfrutamos de las primeras nevadas en abril, los mil tonos de verde y el olor a tierra mojada, sentí su despedida tan propia, me sentí de pie frente a la ventana de la cocina de la casa de mi abuela, despidiéndome de los más bello que hubiese visto en mi vida.

Ya no sonrío igual con la columna de humo que se repite en televisión una y otra vez, ya no la quiero mirar, porque mi corazón duele, duele como debe doler el de la gente de Chaitén cuando tuvieron que despedirse de su Fin de Mundo.

Espero sinceramente que el dragón que despertó en el sur vuelva a dormir y la gente pueda volver a sus casas, espero que los dragones que vigilan mi Fin de Mundo ya no despierten más y espero que Natura no se cobre, como decía mi Tata…no así, de todas formas.

Saludos desde mi adorado Fin de Mundo.

arrayán

3 comentarios:

Mad Aristocrat | 7 de mayo de 2008, 5:49

snif.....snif.....
que precioso...nada que decir.
Me encantó. Sobretodo tu abuelito domador de dragones.... uno se siente tan pequeñita!

Aunque estoy acostumbrada al smog de la ciudad, y al ruido de los autos (no podría vivir sin ellos) cuando de vacaciones me escapo al sur siento lo mismo que tu. Me pongo a mirar al cielo buscando formas en las nubes y maravillándome con los colores....

Ojalá el dragón se calme pronto....

besos niña. TQ!

Nana707 | 7 de mayo de 2008, 10:31

Que puedo decir...
que ver a las personas como se aferraban a su pedazo de tierra no puede dejar de conmoverme... toda una vida alli... mi mamá está inconsolable... dice que entiende lo que es querer su pedacito de tierra porque siempre ha querido tener uno para decir... es miii casa... mi tierra... y yo espero poder cooperar en su sueño...

Amé a tu abuelo... me acordó de mi abuelita linda... la que quería que dejara de ser una yeguita indómita y formase una familia feliz...

Ya iré a tu fin de mundo... para conocer las infinitas tonalidades de verde... para conocer la lluvia de verdad...

¿Qué puedo decir de este volcán que se le ocurrió escupir fuego?... que pare un ratito, porque hay personas que quieren volver a su pedacito de tierra... aunque sea a levantar todo de nuevo... ellos ya saben como... porque asi mismo comenzaron su vida... a pulso...

Lady E | 7 de mayo de 2008, 12:22

Dios!

Añoro el sur en estos momentos...

Es verdad que ese poder "mágico" del sur es absolutamente inspirador. De hecho, gran parte de mi libro fue escrito desde el jardín de la casa de mi abuela, entre Pucón y Villarrica... mirando el lago tranquilo como una taza de té :)

Y sí, lo de los volcanes es aterrador, sobretodo teniendo tantos cerca!!!... pero rezaremos para que todos e calme, y vuelva esa hermosa paz del sur :)...

un saludo desde Santiago, pero siempre pensando en temuco querido!

:)