viernes, 16 de mayo de 2008

Desafío Crepúsculo por MiRuG





Une petite princesse dans son royaume



- No puedes hacerlo, Bella.
- ¿Y quién me lo va a impedir?- responde ella con determinación, mientras se encaminaba hacia la puerta.
- Podría decirse que yo.
Me apoyé contra el marco de la puerta, impidiendo su salida.
- Impedir que viva mi vida no es tu estilo
- Impedir que cometas una locura sí que lo es.- aclaró con voz fuerte.
Me mira fijamente y aun sabiendo que no me va a mover ni un ápice de mi sitio, me empuja con todas sus fuerzas. Sus ojos chocolate relampaguean con fuerza y un mechón le tapa el lado izquierdo de la cara. Me pregunto en que estará pensando. Sigue forcejeando. No lo resisto más y la atraigo hacía mi.
- ¡Edward! – me grita ella. – ¡Suéltame!
- ¿Y quién me va a obligar? – le imito yo, con un tono de voz afeminado.
Antes loco que dejarle irse en mitad de la noche.
- ¡CULLEN!
- Presente – responden cinco voces en la casa.
Ella resopla descontenta. Y me vuelve a empujar, esta vez la dejo alejarse de mí.
- Soy mayorcita.- le miro con una sonrisa burlona, que tendré que decir yo.- No soy un vejestorio, como tú- touché- pero eso no quiere decir que no pueda tomar mis propias decisiones.
- ¿Y cómo piensas llegar hasta el pueblo? Creo recordar que tu viejo trasto está, como decirlo, en casa de Charlie. – muestro mi incredulidad al tiempo que le sigo por la casa.
- Andando.
Si no fuera por los años de autocontrol, me habría echado a reír. Es tan dulce.
- Bien.- concedo yo al tiempo que retrocedo y le dejo delante de la puerta.
- ¿Bien? – repite ella.
- Si, Bien.
- Bien.
Y abre la puerta y sale, desde aquí oigo como resuenan sus dientes, puedo imaginar cómo su pelo se enreda con el viento y sé que acaba de abrazarse en busca de fortaleza. Sus pisadas se alejan de la casa.
- Oh, vamos. No vas a resistirlo mucho más.- me dice Alice, que ha aparecido en el salón con un libro en las manos.
Tiene razón, giro la vista hacia ella y después de sonreírle, salgo como alma que lleva el diablo, podría decirse que la expresión me viene como anillo al dedo. Me dejo guiar por ese olor que sólo ella desprende, por el instinto que me atrae hacía ella irrefrenablemente. Fresas, nunca hubiese imaginado que me gustaría ser humano para comer una fresa y poder pensar en ella. Aunque es mucho mejor estar con ella.
No tardo más de dos minutos en alcanzarla, pero no me hago notar. La sigo sigilosamente. Veo como una ramita seca se ha colado entre su pelo suelto, casi no puedo contener las ganas de decirle que todo irá bien, que deje de temblar, que nada ni nadie le va a hacer daño. Tropieza con una rama y he estado a punto de descubrirme, pero contra todo pronóstico, apoyándose en el tronco de un árbol ha conseguido mantenerse en pie.
Se gira, mira para todos los lados, con esos ojos chocolate. Vuelve a temblar, aunque no sé si es de frio o de miedo, cuanto me gustaría poder saber qué es lo que piensa. Inconscientemente me voy acercando a ella, puede que sea porque ella siempre ha andado despacio, más aun en un entorno que conoce pero no domina, o quizás porque yo ando demasiado rápido. Desde aquí le quito la rama que se había quedado enganchada en su pelo. Ella se da cuenta, pero lo que ella tarda en agarrarse de la cabeza y girarse tan tensa como un harpa, es lo que yo tardo en esconderme detrás de un árbol.
- Serán imaginaciones tuyas, Bella…- se dice a sí misma.
Humedece los labios en un gesto muy suyo y se mueve la melena, despeinándose aún más. Se siente perturbada.
Aun sigo sin entender como pude vivir tanto tiempo sin ella, parece que tantos años sólo han sido todo ese tiempo de espera antes del siguiente día, esos minutos lentos, tristes y sin vida. Ja. Sin vida, eso es lo que me define, es por eso que no deberíamos… mi mano roza su cuello con suavidad en un gesto totalmente involuntario, casi un acto reflejo a la piel nívea.
Ella se gira nerviosa, esta vez lo ha sentido, pero soy demasiado rápido. Este juego será perverso, pero es muy divertido, puede que yo también tenga mi pequeño lado sádico. Eso le enseñará a no llevarme la contraria.
Desato los dos primeros botones de mi camisa, me remango y clavo mi mirada en ella, ahora me muevo con más rapidez y haciendo un ruido ligero, suficientemente bajo como para no revelar mi posición, pero suficientemente alto como para que ella se dé cuenta de que hay un peligro, si es que se me permite esa licencia poética, inminente.
Creo que ese olor a fresas me terminará por volver a matar. Puedo sentir como a cada paso que da, a cada exhalación, a cada mínimo movimiento, yo voy detrás, como una marioneta, como una pluma que se deja mecer por el viento. Y un paso más, una mirada inquieta más y me tiene preso, preso de su inocencia, preso de esa vitalidad que emana por cada poro de su tersa piel, de toda ella, de su sangre.
Hay cosas que uno sabe. Personas que a simple vista sabes que no soportarás jamás y otras que al conocerlas sabes que no podrías vivir sin ellas, es ese caso de atracción fatal, de hechicería perturbadora. Se puede decir que ser vampiro me acondiciona, desarregla todo el orden lógico tanto de su vida como de la mía, no soy más que una aberración del sistema, otro ser marginal más. Cada vez estoy más convencido de que no le convengo y al mismo tiempo sé que no haría nada sin ella.
Voy tan sumido en mis propios pensamientos, que no tengo tiempo de esquivarla cuando se para abruptamente y antes de poder reaccionar, con su poca fuerza consigue apartarme ligeramente, me mira incrédula desde su posición.
- Estaba segura de que eras tú. ¿Cómo te atreves a asustarme así? ¡Es de noche!- protesta ella intentando parecer firme, pero puedo percibir ese pequeño suspiro.
- Tendré en cuenta tu sexto sentido cuando quiera montar una agencia de detectives.- le revelo yo solemnemente.
- ¡Eres…!
- No quieres terminar esa frase.- digo yo, acercándome con una sonrisa ladeada a ella.
- ¿Y qué te hace pen…?
No termina la frase, porque mis labios se posan en los suyos, acallando cualquier sonido y aclarándole una vez más que será siempre única y exclusivamente mía. Porque ya no concibo vida sin esa melena negra, ni esos ojos, ni esa boca, ni esa fragancia, ni esa torpeza crónica, ni ese calor que desprende. Ella empuja mis labios con su lengua, cansada de resistir a mis encantos.
Sonará a tópico, pero no existe nada más que ella, nada importa y es que solo ella es capaz de darle sentido a mi existencia, en cierta manera, de devolverme algo de esa vida que perdí hace tiempo ya. Se aparta de mí en busca de aire y apoya su frente en mi pecho. Jadea y su corazón late deprisa, como siempre. Me mira y se le ilumina la cara. Apoya su mano y la desliza suavemente por mi torso, creo que he cerrado los ojos.
- ¿Qué haces, Isabella Swan?
Juro que en sus ojos leí que era la hora de la venganza. Atrapo sus labios con los míos impidiendo cualquier otro movimiento de su mano. Este beso es más salvaje, más bruto, menos dulce pero igual de grato. Se termina por separar de mí, otra vez sin aire y pienso lo mucho que me gustaría poder respirar como ella, ni siquiera pestañeo al mirarla por miedo de que se trate de una ilusión, de una mala pasada del destino, una jugarreta de la providencia.
Pone su sonrisa más inocente y comienza a acortar la distancia de nuevo.
- No te atrevas a decir nada, Edward.
- No podemos.
Y no está enterada de lo mucho que me cuesta pronunciar esas dos simples palabras, no sabe cuánto me gustaría hacerla mía, aquí y ahora, o en todos los sitios en los que pudiera en cualquier momento, simplemente ella y yo, en un momento de unión máxima.
- Claro que sí.
Sé la discusión que se avecina.
- Bella, no seas absurda, ni quiero, ni podría hacerte daño.
- ¿¡No soy de porcelana, sabes!?- chilla ella exasperada.- Y no me harías daño, si…
- Ni lo menciones, no pienso ceder.
Bufa molesta y girando los talones, adopta un paso ligero, internándose más en el bosque.
- ¡Eres un idiota, Cullen! – me adula ella, cuando le alcanzo tras varios metros.
- Puede ser, pero conozco este bosque como la palma de mi mano y vas en dirección opuesta al pueblo.
Gruñe malhumorada, pero cesa el movimiento. Yo rió por lo bajo, acto seguido ella cruza los brazos, le beso la frente y tras asirla emprendo una carrera de locos.










Gracias por participar!... y me encantó!, de corazón.




Ember.

3 comentarios:

Mad Aristocrat | 16 de mayo de 2008, 18:52

O_O los dos desafíos han estado de lujo!!!!!.
¿Por qué estuvo enojada desde un inicio? esa es mi única duda.
Felicitaciones! diez deditos virtuales para tu historia!

El Pantano de Fiona | 17 de mayo de 2008, 7:17

buenisima esa tension .........hay ! que quiero ser bella !..............queridas ppc , gracias por hipeventilar conmigo.
besos
fiona

Unknown | 19 de mayo de 2008, 10:55

¿Enojada...?
Pues muy sencillo, sinceramente, con lo reservado que es Edward, por miedo a hacer daño a Bella... creo que una historia demasiado melosa, aunque mi mente retorcidamente romanticona me lo pedía a gritos, no les pegaba demasiado...
La verdad, es que no sé porque discutían, pero me pareció una forma original de empezar. Puede que Bella quisiese ir a la reserva o simplemente llevarle un poco la contraria al vampirito, que va de listo.
Y muchas gracias!!!

(A todo esto, se me hizo condenadamente dificil intentar centrar a los personajes, que no está muy bien hecho, pero en fin...)

BeSoS
MiRuuuuuuG